martes, 26 de junio de 2012


ESTADO Y SOCIEDAD
Gustavo Alcántara Ariche

"El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano... La sociedad es por naturaleza y anterior al individuo... el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios, decía Aristóteles paseándose por los pórticos del Liceo. Caminando de par en par y señalando la imposibilidad del hombre de poder sobrevivir solo, donde la sociedad más allá de reflejarse como el resultado de cohesiones pre establecido, resalta su naturalidad como la extensión del propio hombre.

El por qué sea el hombre un animal político, más aún que las abejas y todo otro animal gregario, es evidente. La naturaleza - según hemos dicho - no hace nada en vano; ahora bien, el hombre es entre los animales el único que tiene palabra." (Política, libro 1, 1)

 Nada se aleja entonces que toda sociedad es reflejo de los hombres que la conforman, por lo que


"Es pues manifiesto que la ciudad es por naturaleza anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí bastarse a sí mismo, deberá estar con él todo político en la misma relación que las otras partes lo están con su respectivo todo. El que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más parte de la ciudad, sino que es una bestia o un dios". ("Política", libro 1,1)

La sociedad se erige, por tanto, como una consecuencia natural del propio hombre. Sin embargo, la organización y utilización de los recursos por los que la sociedad se concibe, se establece y se mantiene van no solo por lazos de naturalidad asociativa sino que se basan en el arraigo y territorialización en las que cada individuo siente pertenencia a un medio determinado. Ante ello, Cicerón anota

El primer vínculo de la sociedad es el matrimonio; el siguiente, los hijos, y después, la familia

Hasta este momento la concepción que se tenía de Sociedad y Estado no distaban mucho, ya que ambas se concebían como se anotó líneas anteriores en parte natural del ser y su estado asociativo.
Sin embargo, a partir de Nicolás Maquiavelo, la concepción de Estado se aleja a la de Sociedad para representarla como un aglomerado  de intereses dirigidos a partir de clases determinadas, donde existen los gobernantes y gobernados y cuya dinámica radica en la función del Estado como ente de regulador pero hegemónico del poder.

Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento

Maquiavelo separa a la Sociedad del Estado, dotándole a este de un poder ilimitado que se legitima en la protección de los bienes jurídicos al que ella le encomienda y al que, a su vez, debe mantener en armonía legitimada. Maquiavelo inserta, por tanto, que el Estado, en este caso los gobernantes, son producto y consecuencia de la voluntad del pueblo a pesar de los poderes que el envisten y que tienen sobre él.

Puesto que los hombres aman según su voluntad y temen según la voluntad del príncipe, un príncipe debe depender solo de lo que es suyo y no de lo que es de otros, solo tiene que ingeniárselas para no ser odiado

Más tarde, Jean Bodin, no solo concebiría al Estado como el ente hegemónico del poder sino que también la inviste de poder circunscrito absoluto, Soberanía. Así determina que “Dios es el fundamento de la razón humana y de la naturaleza humana. Y luego los Hombres se ponen de acuerdo para buscar una autoridad. Por ello el Estado no ha de estar determinado por la Iglesia, pero sí ha de respetarla.
Existen diversas formas posibles de gobierno, teniendo en cuenta dónde se concentra la soberanía:
a)    En la democracia el pueblo como cuerpo posee el poder soberano. 
b) En la aristocracia la soberanía es poseída por una menor parte de dicho cuerpo
. c) En la monarquía la soberanía se concentra en una persona.”

Por otro lado, es a partir de Hobbes donde se emplaza la idea de Estado no solo como ente garante circunscrito del propio pueblo sino también la relación que tiene el ciudadano para mantener al estado mediante un acuerdo tácito que facilite la convivencia: un contrato social, sin embargo, al someterse a ese mismo acuerdo también se somete a la voluntad que tenga el Estado para con él.
Y, en general, todas las acciones que los hombres realizan en los Estados por miedo a la ley son acciones que quienes las hacen tenían la libertad de omitir."

La base de todas las sociedades grandes y duraderas ha consistido, no en la mutua voluntad que los hombres se tenían, sino en el recíproco temor.

Si para Hobbes el poder del Estado debiera primar sobre la sociedad o individuos que la conforman, para John Locke, la ratificación que esta legitima su poder hace de la sociedad la principal fuente de poder del propio Estado, por eso, este debe proteger y perseguir sus intereses en pro de la buena armonía y desarrollo del mismo. Locke es quien otorga a la sociedad el poder necesario para solventar al propio Estado

Dios ha creado al hombre como una animal sociable, con la inclinación y bajo la necesidad de convivir con los seres de su propia especie, y le ha dotado, además, de lenguaje, para que sea el gran instrumento y lazo común de la sociedad.
Y lo ratifica con
Las leyes se hicieron para los hombres y no los hombres para las leyes.

Y es apartar de esta máxima y siguiendo la separación de poderes que otorga Locke al darle presencia a la Sociedad en el Estado, es Montesquieu quien elabora la institucionalidad para la viabilización del Estado y su representatividad en la Sociedad, donde la ley, como fuente y origen del poder del Estado y reflejo de la Sociedad se superpone a cualquier gobierno o gobernando correspondiente.

Cuando se busca tanto el modo de hacerse temer se encuentra siempre primero el de hacerse odiar
Cuando un gobierno dura mucho tiempo se descompone poco a poco y sin notarlo.

De estas reflexiones y la influencia de la filosofía idealista llegamos a Marx, quien no ve el poder del Estado en los agentes hegemónicos que la conforma ni tampoco en la confrontación de la ley y el contrato social al que este se adecua sino ahonda y determina que el Estado no es más que el producto de la lucha de clases en la que la sociedad está vinculada. De esta manera, Una de las nociones fundamentales en la doctrina marxista. Tiene mucha importancia en lo referente a la acción política de los partidos marxistas-leninistas: gran parte de las discusiones y polémicas en sus filas nace de apreciaciones diferentes acerca de esta noción.
"El Estado, dice Engels, es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es importante conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad, llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del "orden". Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella se divorcia de ella más y más, en el Estado".
El Estado, para los marxistas, aparece como un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. Señalan que por regla general pertenece a la clase más poderosa, la clase económicamente dominante. Por excepción, en algunos períodos las clases en lucha están tan equilibradas que el poder del Estado, como mediador aparente, adquiere cierta independencia momentánea respecto a una y otra. Tal aconteció, según el análisis marxista, con la Monarquía absoluta de los siglos XVII y XVIII, con el bonapartismo del primero y segundo Imperios en Francia y con Bismarck en Alemania. También en la Rusia republicana, en el gobierno de Kerenski. Para los marxistas el Estado no ha existido siempre

Todas estas concepciones dieron origen a las teorías contemporáneas del Estado y Sociedad, generando ya no solo la función de dicotómica entre gobernados y gobernantes y va más allá de la dinámica de conflicto entre ambos agentes sino que luego de estas teorías se crean formas de administración del Estado. El gobierno, propiamente dicho, se abre paso para formar nuevas formas de representación.

Paolo Biscaretti Di Ruffia plantea temáticamente el problema de la clasificación de estos sistemas contemporáneos, distinguiendo entre formas de Estado (relaciones de Estado, Gobierno y territorio) y formas de Gobierno (órganos constitucionales del Estado)

Otra forma de distinción es determinar el centro del poder de manera unitaria o de manera federal, sobre el primer punto señala Prelot, que cuando un Estado posee solo un centro de impulsión política y un conjunto único de instituciones de gobierno, constituye un Estado simple y unitario, y por otro lado, Luis Vives señala que el federalismo, comparte su proceso y en su cristalización jurídica bajo la forma de Estado de real, ha de aportarse ineludiblemente en un tipo de estructura social, en una cálida especifica de relaciones de convivencia.

Si bien las teorías contemporáneas sobre Estado y Sociedad han evolucionando otorgándole a cada una de ellas un carácter inclusivo y múltiple, ambas no se han desligado por completo. Es más, ambas se determinan como una prolongación necesaria de la otra dotándola de legitimidad y poder. No podemos negar que por la sociedad por la que se constituye el Estado y es el Estado quien dotar del ordenamiento jurídico a la sociedad y cuya importancia trasciende en la libertad, justicia y progreso a la que cada nación se evoca y proyecta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario